Desde mi camilla observaba al viejo mirar a su hijo postrado en aquella cama de hospital. Las blancas paredes parecÃan perforar sus pupilas, al lado de una ventana colgaba un crucifijo de madera. Su dolor se fundÃa con el Cristo y cayendo de rodillas mientras sostenÃa la mano de su vástago, comenzó a rezar prometiendo no mentir el resto de sus dÃas si su hijo sanaba...
Acariciaba su guitarra con tal delicadeza que los pájaros se acercaban a escucharlo. Pero una noche sin luna descubrió que lo que más amaba en este mundo lo habÃa traicionado. Solo pensaba en la manera de desaparecer de la faz de la tierra...