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Friday, May 2, 2025

En el Día del Trabajo: el precio que pagan los que sostienen este país

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Alicia De Dios Fernandez
Inmigrante Mexicana. Originaria del estado de Hidalgo, Organizadora, comunitaria, Activista de derechos humanos. Le gusta colaborar en actividades y causas comunitarias . Escribir es parte de ella . Escribe poemas, pensamientos , artículos , ensayos como parte de auto aprendizaje

Hoy es el Día Internacional del Trabajo. Pero para muchas i en Carolina del Norte, no hay nada que celebrar. Hoy es un día de silencio. Un día de cicatrices. Un día para recordar que en este país hay personas que lo dan todo… y reciben casi nada.

Cada mañana, antes de que amanezca, miles de trabajadores inmigrantes ya están en camino. Algunos van a los campos, otros a las cocinas, a las construcciones, a los hogares donde cuidan niños o ancianos. Van con miedo, pero también con esperanza. Miedo a ser detenidos solo por manejar sin licencia. Miedo a no regresar. Y esperanza de que ese día podrán trabajar, ganar algo y llevar comida a su familia.

Pero, ¿a qué precio?

Muchos trabajan rodeados de químicos que lentamente envenenan sus pulmones. Otros se suben a los techos, arriesgando su vida para construir millones de viviendas para otros. Hay quienes limpian pisos sin guantes, quienes cargan bloques con la espalda rota, quienes siguen trabajando con fiebre, con dolor, con heridas que no sanan. Porque no tienen seguro médico. Porque si no trabajan, no comen. Porque no hay otra opción.

Y cuando enferman, cuando el cuerpo ya no puede más, no hay hospital que los reciba sin cobrar miles de dólares.

Aun así, siguen. Porque tienen hijos. Porque tienen padres. Porque tienen sueños. Porque tienen dignidad.

Y mientras tanto, desde las oficinas del poder, se aprueban leyes como la HB 318. Una ley que criminaliza a quienes solo van camino a su trabajo. Una ley que otorga permiso para detenerlos, investigarlos, señalarlos… solo por cómo lucen. Solo por querer trabajar.

Es doloroso. Es injusto. Es inhumano.

En lugar de agradecerles por sostener la economía de este país, se les persigue. En lugar de protegerlos, se les castiga. En lugar de verlos como trabajadores esenciales, se les trata como si fueran desechables.

Hoy, en este Día del Trabajo, le hablo a quienes tienen voz, a quienes tienen poder, a quienes pueden cambiar el rumbo: miren más allá de los números y las políticas. Vean a las personas. Escuchen sus historias. Atrévanse a sentir lo que ellos sienten cada mañana al salir de casa.

Porque ningún ser humano debería temer por su vida solo por ir a trabajar. Porque ningún trabajador debería dejar su salud en un país que le niega su derecho a existir. Porque el silencio de los que están cómodos también es una forma de violencia.

Mientras estudios confirman que los inmigrantes son una de las comunidades que menos delitos cometen en este país, el poder insiste en convertirlos en criminales.

Eso no tiene nombre. Eso no tiene alma.

Hoy no celebramos. Hoy recordamos.
Y pedimos justicia. No para mañana. Para ahora.

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