Que al final de los adioses del olvido alguien disperse por doquiera mis cenizas, para que la brisa que besa el Alto del Vino se impregne con sonatas, versos y sonrisas…
Bucólico paraje donde, en una lomita, ¿recuerdas?, quise hacerte un tibio nido, para encerrarnos allá, en soledad furtiva, a gritar con letras y besos este amor vivido.